El olor a azahar, los días soleados y noches calurosas, forjan mi personalidad desde que nací. Un niño alegre, risueño, imaginativo y sobre todo, con ganas de comunicar.

Murcia me vio crecer, madurar y volar. 

Desde pequeño ya me interesó el universo artístico: desde los siete años tocando el clarinete, aprendiendo solfeo, música y rodeado de arte. Estuve en todo lo artístico que mi tierra me podía dar: desde el coro de la iglesia y la banda de música; al folklore murciano y el ballet local. De todo me nutrí, y de todo aprendí. 

Me fui con veinte años a Londres, y mi cabeza se empapó hasta la saciedad de todo cuanto pude ver: musicales, moda, estilos de vida, desenfreno, y arte; arte por todas partes. Fue algo que me marcó: un nuevo mundo, una nueva visión… un nuevo yo. 

Volví a España con más ganas que nunca de aplicar todo cuanto aprendí. Terminé mis estudios de Arte Dramático y trabajé desde el primer día como actor profesional, con la bendita suerte de estar rodeado de personas que me querían, y me quieren a día de hoy. Aprendí los entresijos del teatro, sus recovecos, sus tecnicismos, su energía, y el respeto que se le debe tener. 

Con todo ese bagaje di otro salto y me instalé en Madrid; donde de nuevo, pude volver a empaparme de todo cuanto me rodeaba: de las infinitas salas de teatro (grandes, pequeñas, medianas y enanas); de las cafeterías con arte, que invitan a los artistas a expresarse; del metro furioso, que te otorga un oasis con cientos de personas que te “roban” tu tiempo, y te regalan su arte; la velocidad a la que tienes que vivir, a lo que te tienes que enfrentar… 

Todo eso esta dentro de mí, y me rompe el pecho las ganas insaciables que siempre tiene de salir.

Fran Abellán